“Pues
bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta
y les abrirán”
Lucas
11,9
Las palabras que nos dice Jesús en el Evangelio de
Lucas nos recuerda esa invitación que nos hace a que pidamos, busquemos y
llamemos. ¿Pero que debemos pedir, que
buscamos o a quien llamamos? En la Palabra antes de este versículo, Jesús nos
está enseñando a orar y además nos habla a través de una parábola en la que un amigo llama a otro para pedirle
pan para otro amigo que le visitaba.
Jesús nos mostraba como aunque este hombre estaba importunando a quien
le pedía lo hizo con perseverancia y consiguió lo que necesitaba.
Pedir. ¿Que
muchas cosas nos gustaría pedir?, quizás: salud, dinero, una casa, un trabajo,
y podría mencionar muchas cosas más.
Pero en Lc 11, 13 nos dice” si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a
sus hijos; ¡ cuanto mas el Padre del Cielo dará Espíritu Santo a los que se lo
pidan.” Hermano, Jesús nos invita a clamar a Dios por su Santo Espíritu el cual
nos permitirá recibir ese auxilio de lo alto, nos permitirá estar en comunión
con Dios, nos guiará y nos hará dóciles a la Palabra o al querer de nuestro
Señor.
Esa vida en el Espíritu a la que somos llamados, esa
debemos pedir. ¿A quien? A nuestro Padre del Cielo. El nos ungirá y nos
moldeará como barro en manos de un alfarero para vivir según el Espíritu y no
según la carne en un mundo tan dañado y
tan corrompido. Vivir según el Espíritu traerá grandes regalos a tu
vida, como: caridad, alegría, paz, comprensión, generosidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre y dominio de sí mismo; los frutos del Espíritu. Y ésta nueva vida
nos llevará a ser misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso.
Así que
hermano nos toca hacer la caridad, ayudar al que necesita y dar amor como Jesús
lo hizo y aún lo hace. Si nuestro hermano en Cristo pide porque necesita, pues
démosle. Si nuestro hermano en Cristo está buscando ayudémosle a encontrar. Si
nuestro hermano en Cristo llama a nuestra puerta pues abrámosla, porque así nos
ha enseñado nuestro Salvador Jesucristo.
“! Yahvé te bendiga y te guarde! ¡Yahvé haga
resplandecer su rostro sobre ti y te mire con buenos ojos! ¡Yahvé vuelva hacia
ti su rostro y te de la paz!” Num 6, 24-26
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